Sigamos danzando en este baile de
cincuenta pasos diferentes y riamos mientras aprendemos a hacerlos.
Mirar a ambos lados y
ver siempre a dos
durante cincuenta
eclipses seguidos.
Y que mil carros de
Faetón pasen delante de las pupilas dilatadas, qué más dará.
Si al final todo se
queda medio borroso, y un simple susurro se lleva cualquier futuro por delante.
Jugar sin mañana o
sin otra oportunidad.
(No tengas miedo del
color transparente).
porque si no, nos quedaremos acariciándonos con los ojos cerrados y los párpados de
oscuridad.
Será que nos gusta
jugar con hielo y fuego, y quemarnos con ambos,
yendo de extremo para
sentir lo mismo una vez tras otra (la misma punzada).
Mantente envuelta en
esa aura escarlata de prohibido, mejor no tocar, bonita. Porque no quiero
volver a desgarrar lo que aún sigue roto y evitar que siga sintiendo, o quizás
mejor dicho, desangrando(se).
En chorros de sangre
azulviolada.
Quiere. Odia.
Sigamos yendo de
arriba a abajo
dejando atrás las
botellas rotas y la destilación de sueños rotos.
Porque a veces
es mejor emborracharse de vodka barato o de presentes inmediatos, si al fin y
al cabo,
dejan la misma resaca.
Invisibles.
Tapémonos. Silencio. No hables.
Salgamos hasta tarde,
comamos dulces en ayunas y escribamos fuera la línea.
(A veces los márgenes
es donde mejor se escribe, porque no hay hoja que perder y todo se hace más
pequeño pero más precioso.)
Quiero ruletas rusas contigo que se queden con el último tiro
entre nuestros
labios. Y quedarnos desarmados frente a frente sin querer creer que en esas
miradas
se siga escondiendo
esa verdad que no se dice porque danza
en círculos pequeños
y nunca se atrapa.
Bailemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario